Este texto lo escribí en diciembre de 2006. Creo que puede servir para empezar.
La Gestalt me aporta una manera de vivir y por lo tanto de trabajar en la psicología, pero primero de vivir.
Para mí la Gestalt es algo que no se termina, es decir, que no llega un día en el que alguien diga: “ya sé todo, ya he terminado”. No es una cantidad de conocimientos y técnicas a adquirir, es una manera de estar en la vida. Como actitud que tomamos, se compone de una suma de ideas, acciones, motivaciones…
Podemos estar en la realidad fijando nuestra percepción en el presente, tomando en cuenta tanto lo que percibido en el adentro como lo que llega desde fuera. Desde esa posición fenomenológica yo puedo ir incrementando mi capacidad de estar en el presente, siempre actualizándome. Eso lo llamamos el Darse Cuenta. Hay otras maneras de estar en la realidad, y diferentes maneras de darse cuenta. Puedo estar en el pasado, en mis recuerdos, puedo andar intentando llegar a un futuro, en mi fantasía. A veces evocaré el pasado y otras me proyectaré al futuro, y sé que puedo actualizarlo volviendo a mi presente.
Cuando algo que me sucede ocupa mi atención, el resto de cosas pierde por un momento su protagonismo, y se van al fondo. Lo que emerge es la figura, aquello que mi capta mi atención. Puede estar fuera o dentro de mí. El poder viajar de la figura al fondo, el percibir la realidad en estos términos me permite centrarme cada vez en una cosa, poder dosificar mis fuerzas, ir tomando las cosas de una en una. Puedo también ir y volver, de la figura al fondo, a lo que le rodea, y entonces tomo perspectiva.
Este ir y venir de la conciencia me ayuda a autorregularme, puesto que mi organismo, que forma un todo compuesto por, mi cuerpo, mente, con sus emociones, sus intuiciones, mi espíritu, forman un todo que tiende a estar en equilibrio. Y para eso tiene que ir satisfaciendo una serie de necesidades que van apareciendo, que se hacen figura. Sé que la tendencia natural de mi organismo es a satisfacer las necesidades, y para eso se ayuda del darse cuenta, aunque a veces yo misma puedo bloquear ese proceso natural, e impedirme esa satisfacción que me ayudaría a mantener mi salud. Mi mente puede forzar al cuerpo, no escuchar lo que se hace figura: un dolor, una sensación… Mi mente suele intentar que la figura vuelva al fondo, que no se note, pero sé que una y otra vez, mi organismo lo volverá a intentar hasta conseguir satisfacer esa necesidad, o hasta enfermar.
La salud para la Gestalt depende de cómo se relacionan las partes de mi todo para vivir, y en esto yo puedo intervenir.
Más allá de mí están los otros y las relaciones que tengo con ellos, con el entorno y con las personas. La Gestalt me ayuda a salir de mí y conectarme y vincularme con el exterior. Puedo ver en los otros como en un espejo, re-conocerme, y apropiarme de quien soy. Luego puedo volver a mí y mirarme con ojos más limpios de distorsiones. Así voy encontrándome debajo de las máscaras, donde está mi yo grande, el desconocido.
Si voy conociéndome quizá me encuentre ante la vida de otra manera, sabiendo qué puedo y no puedo hacer, qué quiero comenzar o terminar, o continuar, con quienes quiero estar, con quienes no, y qué me pasa con ellos, y qué me dice esto acerca de quién soy yo…
Para mí la Gestalt es una actitud que me da claves, me da seguridad, energía, y me pide compromiso. Está ahí para que la tome y la utilice. Y me ayude a vivir. Y yo pueda ayudar a quien me lo pida a hacer lo mismo. Al ritmo que la vida nos vaya tocando a cada uno de nosotros. No hay ninguna meta a la que llegar.
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