Así como los discos tienen dos caras, A y B, podríamos animarnos y hacer con este objeto y con la psicoterapia una analogía. Por un momento, no pensar que la psicología y la salud son un asunto poliédrico, y reducirlas a un disco plano con sólo dos áreas.
La cara A, más conocida, con temas pegadizos y más populares. Los tópicos sobre nuestro trabajo, y sobre nosotros como profesionales.
La cara B contiene temas menos conocidos, pero igual de valiosos, que nos enseñan la trastienda, nos acercan a conocer el trabajo del profesional que tenemos delante .
No sé si es interesante para vosotros hablar aquí de la Cara B del trabajo de psicóloga.
No quiero ponerme a comentar aspectos técnicos, no es eso.
Para mí es interesante porque en la trastienda también hay trabajo, aunque se note menos.
Estudiamos mucho, leemos con avidez. Leemos lo que otros han escrito, porque el camino ya recorrido por un colega es como una brújula que nos puede orientar. Hacemos formación, vamos a conferencias, congresos, seminarios, quedamos a tomar café con colegas y compartimos lo que estamos recién aprendiendo.
Comparamos lo que sabíamos hace 10, 20 años, y aún nos parece que sabemos muy poco.
Nos falta tiempo.
A veces intentamos proyectarnos al futuro, calcular cuándo creemos que se llegará a sanar con más eficacia y eficiencia, y deseamos estar allí para verlo y participar en lo que podamos, aunque sea para aplaudir a los más jóvenes.
Sabemos que nuestro trabajo es imperfecto, limitado, a veces ingrato, y que para ser impecables en su ejercicio debemos trabajarnos, pues somos nuestra propia herramienta.
"Trabajarnos" supervisarnos. También conocernos a nosotros mismos, saber cuales son nuestras heridas de vida, y sanarlas. Que, si acaso, sirvan como experiencia con la que ayudaremos a las personas que nos pidan ayuda.
Los clientes vienen con algunas situaciones que nunca hemos vivido, por eso en la Cara B también está nuestra capacidad de empatizar.
Conscientes de nuestras limitaciones, intentamos compensarlas con todo lo dicho anteriormente. Pero no es suficiente. Aún es preciso que en la cara B, sosteniendo nuestro trabajo, exista el deseo y la confianza en la capacidad del organismo humano de recuperar la salud.
Confío en que cada persona que pide ayuda lo hace porque quiere vivir en mejores condiciones que las actuales, y si quiere eso, va a poner la carne en el asador para que suceda.
En mi trabajo apelo a esta realidad, la doy por sentada, la reconozco en la persona que tengo delante, en su puntualidad, en su honestidad, en su confianza para mostrar su dolor.Casi seguro que alguna vez todos los psicólogos hemos pensado si no nos habíamos equivocado de trabajo, y deberíamos haber escogido un lugar donde no estemos tan cerca de la angustia de los demás.
Y aún así seguimos trabajando en la trastienda, nuestra cara B es tan necesaria como lo que hay en la otra...
No he contado nada nuevo, sólo quería reconocer lo que existe: una sesión de revisión de caso, una visita a la librería, subrayar, hacer un mapa mental, darle una vuelta de tuerca a lo aprendido hoy, escuchar en cualquier lado una conversación que de repente te ha ayudado a ver claro algo que antes no veías...revisar lo que has trabajado con una persona y descubrir un detalle que se te ha pasado por alto, pero que tu memoria te trae, por algo. Aprender de eso. Y ser una inconformista y cada día más valiente y más cuidadosa a la vez.
Todo eso hay en nuestra cara B.
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