Llamada a la una menos cuarto más o menos de un martes normal, desde el teléfono de una conocida compañía de telefonía. He recibido en los últimos 3 meses llamadas todas las semanas desde este nº y nunca me han pillado en el teléfono, así que pienso “Vale, a ver qué me quieren ofrecer”.
Voz de hombre: Hola le llamo de NOMBRE DE LA COMPAÑIA mi nombre es XXX SSS, y querría
saber si es el titular del número (recita mi nº) le digo que sí. Me dice que si
puede saber el nombre del titular para saber a quién dirigirse, se lo digo y me
responde “correcto”, o sea, que seguramente lo sabía, pues yo fui cliente de esta compañía hace años, y sólo estaba comprobando.
Me dice que muy bien, y que aprovecha la ocasión para decirme que tengo una
voz muy dulce. ¿?! Aquí no sé qué responder, no me sale decirle gracias, porque
no le conozco, me parece excesivo el comentario, falso quizá, hipocritilla,
pero bien, sigamos.
El hombre prosigue comentando que a
continuación me dará información y ofertas sobre su empresa. Yo espero, ok, pienso “de momento bien”. Me
dice: ¿Está usted ahí? Le contesto que sí. (Claro, estaba pensando y no le había
dicho nada al pobre). Y lo siguiente que hace es preguntarme con qué compañía estoy.
Aquí yo me paro, porque estoy hasta el pirri de los rollos de las ofertas y
requetecontraofertas que te lian, te hacen perder la referencia que te sirva para comparar si la oferta te conviene o no.
(esto también lo hacen en los supermercados con los precios de las estanterías, por cierto)
También temo que esta llamada sea
como algunas otras del pasado en las que yo creía que me estaban informando, y
luego me llegaba un contrato a casa para firmarlo, como si yo hubiera aceptado
quien sabe qué oferta. A mí estas cosas me hacen perder mucho tiempo, me preocupan, y eso me
molesta muuucho. Así que pongo en marcha la asertividad.
Le digo con voz calmada y segura que no le voy a dar información mía, que
si quiere que me cuente su información, la oferta, que yo me lo pensaré y si me
decido llamaré a su teléfono de información para contratarlo.
Me dice que no, que me quiere informar para que yo me decida… y le
contesto: “Mira, para mí eres tú, mejor dicho tu empresa quienes me queréis
informar. Yo con esa información tomaré una decisión, pero no la tomaré durante
esta llamada. Que te quede claro que en esta llamada yo no voy a tomar ninguna
decisión…” y justo acabando esta frase, me ha colgado sin decir ni adiós.
¿No le parecía mi voz tan dulce? ¿Y esos modales relamidos del principio de
la llamada? Qué ha sido de aquella preciada información que me iba a dar? ¿Quien
sabe, no?
Supongo (no lo he podido contrastar, pero lo que viene a
continuación lo imagino) que tendrá un encargado de grupo que es presionado por sus superiores para que su equipo consiga los objetivos (normalmente de crecimiento totalmente
irracional que su empresa ha determinado para el mes, para el año) Este
responsable de equipo le azuza para que no pierda tiempo con clientes que saben
lo que quieren. Y lo que no quieren.
El guión inicial tan romántico de adular al
cliente, etc, una vez comprobado que no va a decirnos nada en esta llamada, se
ve que no continúa, no se han molestado en darles un final a estos diálogos en
los que el cliente dice "ok, dame información, pero ya me decido yo, cuando quiera y pueda, no AHORA"
Nunca me decidiré en el momento por NADA que me ofrezcan ni por teléfono, ni a domicilio.
NUNCA.
Me tomo mi tiempo para decidir si quiero algo, y lo hago con la información
suficiente. Si no tengo información suficiente para mí, no me decido, y punto.
Decido coger esta llamada libremente, y le explico lo que hay claramente y con tranquilidad.
Este tipo de respuesta ante estas acciones comerciales me hace sentir
segura, dueña de mis decisiones, y nada molesta porque yo decido si hoy quiero
coger el teléfono a esta compañía, a ver qué me cuentan. Bueno, es cierto que sí molesta que te cuelguen. Pero ahí se ve muy claro lo que esa compañía telefónica quería de ti: una venta sin reflexión, de la que difícilmente luego te puedes deshacer, lo que buscan es engancharnos, nunca mejor dicho.
1 comentario:
Tu asertividad es estupenda y de agradecer cuando estás trabajando de televendedora. Yo lo he hecho durante 6 años de mi vida, el producto era diferente, pero el trabajo era parecido, con la diferencia de que yo conservaba el cliente en mi cartera.
El problema es que hay demasiada gente mediocre realizando un trabajo durísimo y mal pagado.
Y es que lo ideal habría sido que este televendedor hubiera decidido explicarte y hacerte seguimiento.
Pero rompamos una lanza en su favor. Dices que eras la 1:30 pm seguramente llevaba desde las 9 am recibiendo un no detrás de otro. Aún así la profesionalidad exige que te informe. Perfecto, lo que ocurre es que si finalmente, tu hubieras decidido a contratar, él/ella no hubiera obtenido la comisión, porque serías tu la que te podrías en contacto con la empresa. Asertivamente, esto lo dejaste muy claro.
Y es que este trabajo es de los pocos en los que tú puedes trabajar mucho y duro y no conseguir nada. Y cuando digo nada, estoy hablando de trabajar gratis.
No tiene perdón de Dios que no se despidiera al menos pero…
Yo me pregunto, ¿Qué coeficiente de resiliencia hace falta para soportar días completos, repletos de horas enteras de "noes"?
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